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| Calendario Azteca - Posible imagen grabada en la rueda de oro de 2 metros |
Cuando se habla del Tesoro de Moctezuma, la mayoría asume que se trata del Tesoro que tuvieron que abandonar los españoles después de la Noche Triste, que fue recuperado y escondido por los Aztecas y nunca ha podido ser encontrado.
En primicia, en este Blog se presentan detalles de otro Tesoro de Moctezuma, incluidos dos inventarios oficiales del mismo y otros, aportados por diferentes cronistas, para dar la mayor cobertura científica al mismo, este sí obtenido legítimamente por Cortés, porque fue una donación de Moctezuma II (también conocido como Motecuhzoma Xocoyotzin, Montezuma, Moteuczoma, Motecuhzoma, Motēuczōmah, Muteczuma).
El el Tesoro se incluyeron algunos objetos no especificados que Moctezuma II había preparado como donación para Juan de Grijalva, otro conquistador, quien había estado en la zona en 1518, lo que había puesto sobre aviso y nervioso a Moctezuma II, acompañado de sus supersticiones y firme creencia de que Grijalva y luego Cortés, era el dios civilizador de los Aztecas, Quetzalcóatl, que regresaba, pues la leyendia decía que se había ido por mar en esa dirección oriental y había prometido regresar, poco después de que Cortés fundara San Juan de Ulúa, aproximadamente los primeros días de Mayo de 1519.
El Tesoro lo donó Moctezuma II con la ingenua intención de disuadir a Cortés para que regresara a sus tierras, como acostumbraban hacer entre sí los pueblos Mesoamericanos, pero que resultó contraproducente, porque alimentó con más fuerza la enceguecida ambición de los españoles por el oro, lo único que realmente les motivaba. Querían regresar a su tierra para disfrutar de riquezas y reconocimientos. La Iglesia Católica, que formaba parte de estas expediciones conquistadoras, se llevaba un buen porcentaje y se dedicó a destruir/arrasar/quemar todo rastro de cultura (templos, símbolos, libros (códices), etc.) acusándolos de ser "obras del demonio" y luego conjuntamente con los conquistadores, arrebatar sus tierras a los aborígenes a cambio de las enseñanzas de su Biblia.
Este Tesoro se envió a España en Julio de 1519, con gran preocupación por parte de Cortés, quien sospechaba que Diego Velásquez (Diego Rodríguez de Silva y Velázquez), teniente de Almirante de la isla Fernandina (Cuba), su poderoso enemigo y ex-jefe, lo confiscara.
Llegó a Sevilla a principios de Noviembre. Fue confiscado a los mensajeros y al padre de Cortés, que habían sido comisionados por Cortés para entregarlo personalmente al rey, por intrigas de los amigos de Velázquez, que habían sido avisados de su llegada. Fueron a Tordesillas para exponer el caso al Rey (futuro emperador Carlos V) y este ordenó que se le enviara junto con los cuatro indios que había enviado Cortés. Así se hizo. El Tesoro (y los indios) se exhibieron en Valladolid, donde se alojaba la itinerante Corte en esos meses.
Luego, el Tesoro fue enviado al palacio de Margarita, tía del rey Carlos I de España (futuro Emperador Carlos V) Gobernadora de los Países Bajos y quien lo crió de niño (razón para su gran influencia sobre él), ubicado en la localidad de Malinas (Mechelen, Bélgica), cerca de Bruselas, donde Margarita tenía un gran salón-museo dentro de su palacio. Allí, el famoso artista/orfebre/grabador y teórico del renacimiento alemán, Albrecht Dürer (Alberto Durero) tuvo la oportunidad de observarlo, admirarlo y escribir una breve pero sustanciosa anotación en su diario, que se incluye más adelante, en otro Post de este Blog.
Después de Albert Durero, no se volvió a tener noticia del Tesoro. Es seguro que las gigantescas (2 metros de diámetro y 5 centímetros de grueso) ruedas de oro (que representaba el calendario azteca) y plata (que representaba la luna) desgraciadamente fueron fundidas para fabricar monedas, durante una de las frecuentes crisis económicas del emperador Carlos V.
En uno de los Posts se incluyen algunas fotografías de posibles componentes del Tesoro, pero no existe certeza de que lo sean, sobre todo por la mediocridad con que fueron descritas en los inventarios, a excepción de las ruedas de oro y plata, que por su tamaño estarían fuera de cualquier duda.
