Resumen

viernes, 24 de enero de 2020

Inventario aportado por Fray Bernardino de Sahagún

Fray Bernardino de Sahagún - Wikimedia

Este es otro inventario, menos detallado, del mismo Tesoro, aportado por Fray Bernardino de Sahagún en su "Historia General de las Cosas de Nueva España"

Suprimimos el "llevaron" o "llevaban también" que precede a cada item, por repetitivo e innecesario:

LIBRO XII. 
TRATA DE CÓMO LOS ESPAÑOLES CONQUISTARON A LA CIUDAD DE MÉXICO

Capítulo IV. 
De lo que proveyó Moctezuma cuando supo la segunda vez que los españoles habían vuelto. Este fue don Hernando Cortés:

 A los sobredichos habló Moctezuma y los dijo: «Mirad que me han dicho que ha llegado nuestro señor Quetzalcóatl. Id y recibidle, y oíd lo que os dijere con mucha diligencia. Mirad que no se os olvide nada de lo que os dijere. Ved aquí estas joyas que le presentaréis de mi parte, que son todos los atavíos sacerdotales que a él le convienen»:

Una máscara de mosaico de turquesas; tenía esta máscara labrada de las mismas piedras una culebra doblada y retorcida, cuya doblez era el pico de la nariz, y lo retorcido iba hasta la frente; era como lomo de la nariz; luego se dividía la cola de la cabeza, y la cabeza con parte del cuerpo iba por sobre él un ojo de manera que hacía ceja, y la cola con parte del cuerpo iba sobre el otro ojo y hacía otra ceja. Estaba esta máscara incrustada en una corona alta y grande, llena de plumas ricas, largas y muy hermosas, de manera que poniéndose la corona sobre la cabeza se ponía la máscara en la cara. Llevaba por joel una medalla de oro redonda y ancha; estaba asida con nueve sartales de piedras preciosas, que echadas al cuello cubrían los hombros y todo el pecho.

Una rodela grande bordada de piedras preciosas con unas bandas de oro que llegaban de arriba abajo por toda ella, y otras bandas de perlas atravesadas sobre las de oro de arriba abajo por toda ella, y en los espacios que hacían estas bandas, los cuales eran como mallas de red, iban puestos unos sapitos de oro. Tenía esta rodela unos rapacejos en lo bajo. Iba asido en la rodela una bandera que salía desde la manija de la rodela, hecha de plumas ricas.

Una medalla grande hecha de obra de mosaico que la llevaba atada y cedida sobre los lomos.

Unos sartales de piedras preciosas con unos cascabeles de oro entrepuestos a las piedras para atar a la garganta de los pies.

Un cetro, como cetro de obispo, todo labrado de obra de mosaico de turquesas, y la vuelta de arriba era una cabeza de una culebra revuelta o enroscada.

Unas cotaras como los grandes señores se las suelen poner.

Los ornamentos o atavíos con que se ataviaba Tezcatlipuca, que era una cabellera hecha de pluma rica que colgaba por la parte de tras hasta cerca de la cintura; estaba sembrada toda de estrellas de oro.

Unas orejeras de oro que llevaban colgados unos cascabelitos de oro y sartales de caracolitos marinos blancos y hermosos; de estos sartales colgaba un cuero que era como peto, y llevábale ceñido de manera que cubría todo el pecho hasta la cintura; llevaba este peto muchos caracolitos sembrados y colgados por todo él.

Un cosete de tela blanca pintado; la orilla de abajo de este cosete iba bordada con plumas blancas: tres listas por todo rededor.

Una manta rica; la tela de ella era un azul claro, y toda labrada encima de muchos labores de un azul muy fino; llamábase esta manta tzitzilli; esta manta se ponía por la cintura, atada por las esquinas al cuerpo. Sobre esta manta iba una medalla de mosaico, atada al cuerpo sobre los lomos.

Unos sartales de cascabeles de oro para atar a las gargantas de los pies.

Unas cotaras blancas, como los señores las solían traer.

Los atavíos y ornamentos del Dios que llamaban Tlalocantecutli, que era una máscara con su plumaje, como la que se dijo arriba, con una bandera, como la que arriba se dijo.

Unas orejeras de chalchíuitl anchas que tenían dentro unas culebritas de chalchihuites

Un cosete pintado de labores verdes, y unos sartales o collar de piedras preciosas, con una medalla de piedras preciosas.

Una medalla con que se ceñía los lomos, como la que arriba se dijo, con una manta rica con que se ceñía, como se dijo arriba, y cascabeles de oro para poner a los pies, y su báculo como el de arriba.

Otros ornamentos que eran del mismo Quetzalcóatl: Una mitra de cuero de tigre, y colgaba de la mitra sobre las espaldas una capilla grande hecha de plumas de cuervo; llevaba la mitra un chalchíuitl grande, y redondo en la punta.

Unas orejeras redondas de mosaico de turquesas con un garabato de oro que salía de la orejera.

Un collar de oro, del cual colgaba una medalla de oro que llaman hecacózcatl, y una manta rica con que se ceñía, y unos cascabeles de oro para los pies.

Una rodela que tenía en medio una plancha de oro redonda, la cual rodela estaba bordada con plumas ricas; en lo bajo de la rodela salía una banda de plumas ricas en la forma que se dijo arriba.

Un báculo labrado de mosaico de turquesas, y en la vuelta de arriba puestas unas piedras ricas o perlas enminentes en lo alto de arriba.

Unas cotaras como los señores las solían traer.

Todas estas cosas llevaban los mensajeros y las presentaron, según dicen, a don Hernando Cortés.

Otras muchas cosas le presentaron que no se escriben, como fue una mitra de oro hecha a manera de caracol marisco con unos rapacejos de plumas ricas que colgaban hacia las espaldas, y otra mitra llana también de oro, y otras joyas de oro que no se escriben.